Drunna

Drunna

jueves, 16 de julio de 2009

La habitación

Estamos en la habitación, las cortinas se encuentran cerradas, no podemos ver la calle y la gente que va caminando por ella no podrá vernos más. La televisión se encuentra encendida en un canal nacional y la cama se encuentra hasta el otro lado del cuarto.
Ella se encuentra viendo la televisión de píe; me acerco a ella despacio, ella se encuentra, vestida y de espaldas a mí, prestando su atención al aparato televisivo; me acerco y la abrazo, paso mis brazos alrededor de su cuerpo, a la altura de su bello abdomen. Con una mano le acaricio el abdomen y con la otra empiezo a jugar con uno de sus hermosos pechos, veo que coloca su sensual lengua entre sus dientes, cierra los ojos y respira profundo, es señal que me estaba esperando.
La volteo le miro a los ojos, abrazándola, le doy un beso, al principio nuestros labios se tocan, después, empiezan nuestras lenguas a jugar dentro de nuestras bocas. Nuestras manos empiezan a recorrer nuestros cuerpos.
Nos desvestimos poco a poco, gozando el momento y gozando nuestros cuerpos, al momento de estar totalmente desnudos me separo para apreciar su cuerpo, la veo, la admiro y mi hombría crece al sentirla cerca y desnuda.
Nos acostamos en la cama –la cama nos recibe- yo me coloco encima de ella, con la intención de hacerle el amor; empiezo a tener el control del acto, poco a poco voy reduciendo sus defensas, con mi cuerpo encima no puede moverse libremente, no puede huir.
Empiezo a besarla en su deliciosa boca, en sus hermosos pechos y sobre todo, en su cuello, punto flaco que le provoca doblar las rodillas y perder la fuerza y la resistencia. Coloco sus brazos encima de su cabeza con el objeto de que no los pueda usar. Con una mano controlo sus brazos y con la otra acaricio sus piernas delgadas, sus hermosos pechos y su sensual trasero.
Me coloco sobre mis rodillas y sobre uno de mis brazos, y preparo a la bestia, que se encuentra en toda su magnitud para que embista. Con una rodilla abro sus delgadas piernas, y me coloco en posición, ella, con su sensual lengua entre los dientes y con un brillo en su mirada, espera ser embestida, sin poder evitarlo ya que continúa con los brazos encima de su cabeza.
Juego un poco, coloco a mi bestia en la entrada de su hendidura, hendidura que es mi perdición, y paso a mi bestia a lo largo de esa hendidura. Ella con las caderas busca a mi bestia, con su mirada me pide que entre y con su voz solicita que la deje en paz, que ya la deje; situación contradictoria que no presto atención.
Decido embestirla y mi bestia entra hasta el fondo de la hendidura; siento como va abriendo el canal húmedo y como llega hasta el tope. Ella, detiene la respiración, vuelve la cabeza hacia atrás y saca su sensual lengua entre los dientes.
Empiezo a moverme lentamente, manteniendo sus brazos encima de su cabeza todavía, con el objeto de que no se defienda y no huya. Me muevo despacio, poco a poco, aumentando la intensidad, mientras la veo a los ojos y observo como le brillan, como solicita que le devore la boca con mis besos y que la acaricie con mi mano libre.
Estoy encima de ella, sobre mis rodillas y controlando sus brazos con mi mano izquierda, aumentando la intensidad de mis movimientos; coloco sus piernas encima de las mías, para poder entrar un poco más en su hendidura, en mi perdición; me acuesto sobre ella, siento sus hermosos pechos en mi pectoral, y su aliento cortado en mi oído. Le muerdo el cuello, su punto débil. Trata de sacar a la bestia estirando las piernas, pero en esa posición no puede, me trata de morder el hombro, de clavarme sus dientes, la esquivo y vuelvo a morder su cuello, en eso, estira su hermoso cuerpo, hace su cabeza hacia atrás y grita. Siento como su cueva empieza a palpitar, a cobrar vida, empieza a correr un líquido de amor, de pasión y llega a envolver a la bestia en su totalidad.
Le suelto los brazos, ya no intenta huir, trata de escapar pero su cuerpo pide más, peleamos, la domino nuevamente, me acuesto sobre ella y la bestia vuelve a embestir, la penetra, la empala.
Ella suelta un quejido, un delicioso quejido y me clava las uñas en mi espalda. Su orgullo evita pedirme más, pero su pasión gana y me solicita más. Me vuelvo a mover, pero esta vez, con fuerza y rapidez. Entro y salgo. Ella alza sus piernas para que el acto sea más profundo. La cavidad se encuentra húmeda, la bestia en su esplendor. Llega el segundo. Un grito, las uñas clavadas y esta vez no puedo escapar a sus dientes, me muerde el hombro.
Ella acostada, coloco sus piernas en mi pecho, yo encima de ella, la penetro de esa forma, paso mis brazos debajo de su espalda y llegan hasta sus hombros, en los cuales me apoyo y la empiezo a mover, lentamente, veo su expresión. Como sus ojos brillan y como coloca nuevamente su lengua entre sus dientes, su sensual lengua.
Empiezo a moverme con más rapidez y viene el tercer grito, y la cavidad recobra nuevamente la vida. Como si quisiera salirse de ahí. Buscar su propio camino. La bestia se encuentra orgullosa. Retorna el líquido sensual y erótico.
Me acuesto boca arriba, la coloco sobre mí, le doy oportunidad de huir o de continuar, ella escoge lo segundo, se empala ella misma y empieza a cabalgar lentamente. Observo como es devorada la bestia por aquella hendidura, la cual, a veces pienso que tiene vida propia. La engulle. De repente la detengo en su cabalgata y coloco sus plantas de los pies juntas sobre mi abdomen, eso le provoca otra agonía. Grita, me clava las uñas y vuelve a palpitar la cavidad.
La coloco nuevamente boca arriba sobre la cama, me pongo encima de ella. Sus brazos nuevamente los paso encima de su cabeza y con el brazo derecho detengo su pierna izquierda. Mi mano baja a su cadera y se la levanto, la bestia llega hasta el fondo de la cavidad y ella grita de nuevo. Busca clavar sus dientes en mis hombros, logro esquivar la mordida, pero ella no puede esquivar el empalamiento.
Mi dedo de la mano que le esta levantando su cadera, busca su puerta trasera, la encuentra y empieza a jugar con ella. Mientras tanto, la bestia entra y sale, de manera lineal y circular. Mi dedo penetra su puerta trasera, mi bestia se siente acompañada. Al sacar de ahí mi dedo, viene otro grito, el cuerpo se curvea y la cabeza se vuelve hacia atrás. Nuevamente la palpitación y el correr del líquido surgen.
En ese momento, decido que es hora de que la bestia tenga su erupción, por lo que me empiezo a mover rápidamente, únicamente utilizando su cuerpo, me muevo hasta llegar a ese punto del no retorno y explota la bestia dentro de su cavidad. Siento que la columna se descarga, que la cintura se dobla.
Ella, por mientras, tiene los ojos cerrados, su sensual lengua asoma entre sus dientes, presenta un brillo en la cara así como ojeras, lo que le hace lucir hermosa.
La habitación, impasible fue observador de este momento.

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